Las 3 principales excusas que te alejan del yoga
1/ «NO TENGO CUERPO DE YOGA»
Sí, tienes el gusanillo de comenzar a practicar yoga, pero dentro de ti hay algo que te frena: el miedo. Miedo a no ser apto para la práctica, a hacer el ridículo, a no sentirte tan bien como prometen, a tener que dejarlo.
¿Es el yoga para ti? No lo sabes.
Y es que, haciendo algunas búsquedas en Google o en Instagram, los resultados muestran solo mujeres esbeltas y tonificadas practicando en un escenario idílico, pero tu vecina está jubilada y se mantiene estupenda haciendo yoga, o tu compañero de entrenamientos va a clase una vez a la semana desde que se lesionó y ha recuperado fenomenal, o tu jefe está mucho más tranquilo desde que empezó a ir a yoga cada semana.
Si piensas que a ti tampoco te puede venir nada mal, con la vida que llevas, prueba sin miedo, aunque no seas capaz de doblarte y tocar el suelo con las manos, algo podrás hacer en clase. Seguramente no seas la única persona. Seguro no, segurísimo.
El yoga es para todos los cuerpos que quieran practicar. Pero hay que querer. Hay que dejar a un lado los complejos, las comparaciones y las aspiraciones. Aunque déjame avisarte: la práctica de yoga no es para quien quiere perder peso, ganar flexibilidad o fuerza. Eso lo dejamos para el gimnasio (y está genial así). El yoga tiene otra intención, otro propósito.
El yoga es para aquel que quiere indagar en su autoconocimiento. Es para aquel que no practica por los resultados, sino por el proceso.
Es toda una aventura donde la mayor transformación tendrá lugar en tu interior. Por lo que no importa qué cuerpo tengas ni lo que puedas hacer con él, sino cuán flexible y fuerte puede volverse tu mente y cómo la podemos trabajar desde la práctica física del yoga. Interesante, ¿verdad?
El problema es que tus primeras experiencias en el mundo del yoga son clave para que continúes con la práctica o no. El cuidado, mimo y atención que tenga tu primer profesor/a contigo en esa primera sesión será clave para iniciarte o para dejarlo para siempre.
Por eso es importante tener una práctica física de yoga a cualquier edad. No obstante, es de cajón pensar que no podemos practicar el mismo yoga físico cuando tenemos 20 años que cuando tenemos 80. La práctica de posturas debe estar acorde a nuestras condiciones físicas.
Es por ello que, a la hora de elegir un estilo de yoga u otro, un profesor u otro, es imprescindible tener en cuenta cómo me siento, cuáles son mis lesiones, mis límites y mis objetivos.
¿Qué busco en la práctica física? ¿Qué me hace sentir mejor? ¿Qué me pide el cuerpo? Y en función de estas respuestas, le pedirás a tu médico y profesor consejo sobre el yoga que debes practicar.
Te invito entonces a que hagas un repaso de tus condiciones físicas, consultes con tu médico o fisio y vayas por todos los centros de yoga de tu ciudad probando los máximos estilos y profesores posibles hasta dar con aquel o aquellos que más satisfagan tus necesidades físicas, mentales y vitales.
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